Ser británico en España y español en el Reino Unido. Se trata de la mayor paradoja de la diversidad. Nacimos únicos y a partir de allí los diferentes lazos que vamos construyendo a lo largo de la vida nos vuelven más y más complejos. Tejemos cada uno nuestra propia telaraña que sólo como individuos somos -algunas veces con gran dificultad- capaces de desentrañar cuando nos preguntan, "¿de dónde eres?" Sin embargo, vayamos donde vayamos, nos identifican no por las cosas que compartimos sino por las que nos diferencian. Por ser el "Englishman en New York", el españolito en Londres, el matemático en un congreso de filólogos, el vegetariano en las fiestas de San Martín. En mi caso he tenido la oportunidad de vivir en diferentes lugares y continentes. Mi existencia ha sido igual o más internacional que la mayoría de los que hoy prometen en Londres un futuro más global después de romper los lazos políticos y económicos con los 27 países con los que Gran Bretaña tiene ma
La expresión en inglés, "bite the bullet" , no tiene, que yo sepa, equivalente en español. Lo más parecido sería algo así como"tragar el veneno". Se refiere a aquellos momentos en los que sabes que la única salida a un problema va a ser dolorosa y lo único que te queda es aguantarte y dar un paso que, tarde o temprano, va a ser inevitable. La frase es especialmente oportuna a la hora de la analizar la situación en la que se encuentra la política española. Sin embargo, no sólo carecemos del refrán. Tampoco disponemos de unos políticos capaces de dar ese paso adelante y de tomar una decisión que nos conducirá irrevocablemente a un realineamiento político que ya se ha visto en muchas otras partes del mundo, y con unas consecuencias todavía imprevisibles. Dar ese paso supone reconocer, en primer lugar, que la alternancia entre la derecha y la izquierda ya se ha acabado. Que la única manera de perpetuar ese modelo es a través de alianzas contra natura (PSOE y Podemos