Adiós, Iglesia. Adiós.


La manifestación de los obispos del pasado domingo ha servido para concentrar las mentes de todas las personas en España, de derecha, de izquierda, de este y oeste, de norte al sur, que defiendan el progreso que ha hecho este país en los últimos 30 años frente a los despropósitos de una iglesia que busca retroceder el reloj 4 siglos.

Ya he comentado este tema, pero visto lo visto, y la enorme cantidad de comentarios que están surgiendo en medios online, el tema parece ser de suficiente importancia para merecer entrar en mayor profundidad.

Hablando en términos más concretos, la iglesia ha acusado al gobierno democráticamente electo de España de atacar los derechos humanos y los propios valores de la democracia, y de manera indirecta, ha señalado el matrimonio gay como el principal causante de este deterioro.

No sé a qué tipo de familias se refiere la iglesia, pero le puedo asegurar que la familia es un concepto mucho más complejo de lo que piensan los obispos, aunque tampoco espero que sepan mucho de ese tema, ya que a partir de su propia ordenación los curas tienen que separarse de sus familias, negarse a casarse y reprimir cualquier sentimiento o emoción que vaya en contra de la doctrina de la iglesia. Como es de esperar unos cuantos no lo consiguen, y proliferan los casos de abusos sexuales entre el más alto clero, y los jóvenes desprotegidos que tienen la mala suerte de entrar en tan viciosos círculos de la corrupción humana.

Es muy normal, y casi diría tradicional en las familias que haya divorcios, que algún miembro se vuelva a casar, que algún miembro sea homosexual y conviva con su pareja, bien como relación 'de hecho', bien en el contexto del matrimonio formal. Dentro de ese grupo se crean lazos efectivos, de responsabilidad y de compromiso que sirven para dar seguridad y apoyo ante los diferentes obstáculos que surjan en la vida. No todo es un camino de rosas, puede haber conflictos, peleas, separaciones, a veces temporales, otras más duraderas, pero nada puede perjudicar más a la familia que un obispo que con su retórica medieval se arremeta contra alguno de esos lazos que permiten la existencia y la supervivencia de la unión familiar.

A la jerarquía de la iglesia católica, al parecer no le gusta la familia y busca romperla apelando a los más viejos prejuicios que en la mayoría de las sociedades modernas se han consignado al pasado. En Portugal, critican a los gobiernos que intenten promover la conciliación entra la vida y el trabajo de las mujeres, porque prefieren que éstas se queden en la cocina. En Francia cuando se aprobaron las uniones de hecho entre parejas del mismo sexo, la iglesia echó el grito al cielo. En España, se propuso el matrimonio, y la iglesia clamó aún más fuerte. "¿Porqué no una unión de hecho?" "¿Porqué llamarlo matrimonio?" Todo es confundir, engañar y aprovechar cada circunstancia para buscar frenar cualquier intento de avance de la sociedad.

Si Jesucristo estuviese vivo hoy, seguramente clamaría contra el Vaticano de la misma forma que clamó contra los fariseos y contra la hipocresía de los supuestos defensores del orden espiritual. No sé si Rouco Varela le mandaría a ser crucificado cual Poncio Pilato, pero el actual Santo Padre sí ha excomulgado a incontables personas que lo único que han hecho es defender los valores de compasión, amor al prójimo y el sentido común.

Millones de cristianos europeos han abandonado la iglesia católica porque no quieren ser partícipes en el discurso intolerante de la jerarquía, pero tristemente esto ha permitido a la iglesia radicalizarse aún más, ya carente de cualquier atisbo de moderación en sus filas.

La jerarquía se ha pasado 7 pueblos de lo permisible en una sociedad laica como la española y ha llegado el momento para que el estado corte limpiamente con dicha institución. El Concordato no tiene relevancia en el año 2008. Los que quieren seguir como practicantes, allá ellos, pero la iglesia no debe tener un papel más significativo en la política que cualquier otra religión u ONG. Y desde luego, no como partido político con mitines electorales a dos meses de unas elecciones generales. Lo que pertenece al pasado, debemos asignarlo al pasado, limpia y definitivamente.

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