Periodistas y Twitteriteros
La mayoría de los periódicos hace años dejaron de hacer periodismo de investigación. Era más barato contratar becarios que se dedicasen a reciclar información de las grandes empresas, muchas veces sin contrastar. Ahora, parece que vemos el renacer del 'gran' periodismo del tipo que destapó Watergate. La gran diferencia es que si antes sabíamos para qué medios trabajaban los periodistas o a qué intereses obedecían, ahora la información la proporciona un hombre fantasmal, pirata informático, quien se encarga de alimentar a los periódicos con millones de documentos que éstos luego pueden ordenar, clasificar, y seleccionar a su antojo para proveer de información 'jugosa' ya empaquetada y muy 'low-cost' a sus audiencias.
El modelo es muy parecido al de las relaciones públicas, de las que soy juez y parte. La diferencia reside en la cantidad de la información que se transmite (Hay empresas que mandan 20 notas de prensa al día, aunque siempre les aconsejo que se den cuenta de su locura, pero nada tiene que ver con los millones de documentos que circulan estos días cortesía de Julian Assange (si es que este hombre realmente existe)), y en que no sabemos quién realmente tiene la propiedad de la información que se transmite, es decir, quién la filtró y a las órdenes de quién. Desde luego, hay que proteger las fuentes, pero corresponde a los periódicos emisores analizar los datos y contrastarlos antes de tomar una decisión sobre qué información van a publicar. Me temo que el 'tsunami' informativo con el que tienen que lidiar cinco medios de gran prestigio impide que efectúen esta tarea con la debida eficacia y que se convertirán en meros transmisores de información tan interesada como cualquier otra. Se pierde la objetividad; no hay tiempo para el análisis sosegado; gana el sensacionalismo.
Me recuerda a los estados autoritarios que bombardean a sus periódicos oficiales con 'noticias' oficiales que éstos se dedican a publicar en el momento más oportuno desde un punto de vista oficial. Lo más chocante es que éstos no son, por lo menos en apariencia, periódicos oficiales. Pero eso sí, tienen que ganar dinero, y mucho.
No sé todavía qué impacto tendrán las revelaciones de Wikileaks en la política internacional. No sé si el bombardeo a Irán ahora es más o menos probable. No sé si se va a caer el Gobierno de España. Tampoco sé si se juntarán las dos Coreas a instancias de China. Lo único que sé es que se trata de información seleccionada de manera oportuna según criterios sujetivos, y que su impacto obedecerá a los intereses del titeritero que está detrás de todo este show que va a durar para rato. ¿Y la verdadera identidad del titeritero? (¿O debería decir Gran Hermano?) ¡Qué va! Eso sí requeriría un ejercicio de periodismo de investigación.
El modelo es muy parecido al de las relaciones públicas, de las que soy juez y parte. La diferencia reside en la cantidad de la información que se transmite (Hay empresas que mandan 20 notas de prensa al día, aunque siempre les aconsejo que se den cuenta de su locura, pero nada tiene que ver con los millones de documentos que circulan estos días cortesía de Julian Assange (si es que este hombre realmente existe)), y en que no sabemos quién realmente tiene la propiedad de la información que se transmite, es decir, quién la filtró y a las órdenes de quién. Desde luego, hay que proteger las fuentes, pero corresponde a los periódicos emisores analizar los datos y contrastarlos antes de tomar una decisión sobre qué información van a publicar. Me temo que el 'tsunami' informativo con el que tienen que lidiar cinco medios de gran prestigio impide que efectúen esta tarea con la debida eficacia y que se convertirán en meros transmisores de información tan interesada como cualquier otra. Se pierde la objetividad; no hay tiempo para el análisis sosegado; gana el sensacionalismo.
Me recuerda a los estados autoritarios que bombardean a sus periódicos oficiales con 'noticias' oficiales que éstos se dedican a publicar en el momento más oportuno desde un punto de vista oficial. Lo más chocante es que éstos no son, por lo menos en apariencia, periódicos oficiales. Pero eso sí, tienen que ganar dinero, y mucho.
No sé todavía qué impacto tendrán las revelaciones de Wikileaks en la política internacional. No sé si el bombardeo a Irán ahora es más o menos probable. No sé si se va a caer el Gobierno de España. Tampoco sé si se juntarán las dos Coreas a instancias de China. Lo único que sé es que se trata de información seleccionada de manera oportuna según criterios sujetivos, y que su impacto obedecerá a los intereses del titeritero que está detrás de todo este show que va a durar para rato. ¿Y la verdadera identidad del titeritero? (¿O debería decir Gran Hermano?) ¡Qué va! Eso sí requeriría un ejercicio de periodismo de investigación.