Esta tarde, con el fin de esquivar el olor a basura que impregna las estaciones del Metro, decidí coger el autobús al centro para quedar con una buena amiga y con su novia, las dos de visita a esta maravillosa ciudad de Madrid. Durante el recorrido que tardó más de lo habitual, miraba distraído por la ventana, cuando de repente me dí cuenta de que por toda la calle Alcalá, flanqueando el perímetro del parque del Retiro, y también por todo el Paseo del Prado (Carmen Thyssen incluida), centenares de autobuses privados, todos aparcados en fila, obstaculizaban la vista.
Pensé que podía ser una gran excursión turística de japoneses, o tal vez se iba a celebrar una boda Moonie en la Plaza de Cibeles. Casi sonaba a divertido. Pero en realidad la verdadera explicación era aún más psicodélica. Leo ahora en el periódico online que dichos autobuses en realidad habían sido fletados por los obispos más radicales de la Iglesia Católica de España, con el fin de generar participación en una gran mani…
Pensé que podía ser una gran excursión turística de japoneses, o tal vez se iba a celebrar una boda Moonie en la Plaza de Cibeles. Casi sonaba a divertido. Pero en realidad la verdadera explicación era aún más psicodélica. Leo ahora en el periódico online que dichos autobuses en realidad habían sido fletados por los obispos más radicales de la Iglesia Católica de España, con el fin de generar participación en una gran mani…