Mientras en Europa sufrimos, ante la pasividad de nuestros dirigentes, la peor crisis económica desde los años 30, y nos habituamos al temor a que todo lo construido en los últimos 65 años venga abajo, dejándonos expuestos a una pobreza inimaginable, y a tener que luchar solos contra multitud de amenazas geopolíticas; al otro lado del charco, y tirando hacia el sur, los latinoamericanos disfrutan de una primavera de esperanza, de creciente justicia social y de continuo crecimiento económico. Ellos saben algo que nosotros no intuimos a tiempo; que no se puede vivir del déficit público, que al final los mercados te arrastran al abismo. Lo aprendieron con la crisis de principios de la última década y ahora, dos años después nosotros, los europeos, y en particular, los españoles, portugueses, irlandeses, italianos y griegos estamos pagando el precio de nuestra ingenuidad. Sin embargo, mientras disfrutan de su ‘bonanza’, que al igual que la que nos tocó a nosotros no es bonanza p
Las opiniones expresadas en este blog son personales y, por tanto, la responsabilidad exclusiva de su autor.