Los No Fumadores somos Mayoría
¿Dónde estamos los no fumadores? No lo sé. ¿Nos hemos esfumado? Por lo menos en el mundo real, ya no veo a no fumadores. Ni en los bares, ni en los restaurantes, ni entre mis amigos más cercanos, no sé donde están los no fumadores. Parece que en todo este país que se llama España, se fuma. Es lo primero que se huele cuando llegas a Barajas. Victoria Beckham decía que España olía a ajo. Ojalá fuera así, no afectaría tanto a mi salud que el tabaco que infecta todo. No puedo ni abrir la ventana de mi habitación sin que entre en algún momento del día el olor a humo a través del patio interior y procedente de algún otro piso.
¿Dónde estamos los no fumadores? Dicen que somos el 70% de la población, pero nos hemos escondido. Somos tan paletos que no exigimos nuestros derechos. Sólo hay que ver los comentarios de los lectores sobre un artículo poco informado de El País para darse cuenta de que los no fumadores somos una masa crítica de la población, y estamos enfadados. Vamos a otros países, Italia, Inglaterra, Irlanda, Escocia, Argentina, y no se puede fumar en espacios cerrados. La gente acata la ley porque es una cuestión de respeto hacia los que no fuman y que quieren tener vida social sin perjuicio para su salud. En Italia, ni siquiera se permite fumar en la playa. Menos mal, porque las playas del norte de España están llenas de pitillos.
Somos muchos pero no somos. No se nos ve. Nos quedamos en casa. Los no fumadores en mi trabajo, en unos cuantos casos, se abstienen dentro de lo posible de ir a los saraos porque no quieren inhalar humo de tabaco. Bueno, no sé si será verdad, pero tengo esa teoría porque cuando salgo, parezco ser el único que no fuma. Manda la ley de la minoría, como en tiempos de Franco. Sólo que aquí la dictadura es del tabaco, de las tabacaleras, de los políticos pasotas, de los no fumadores pasivos que responden con un rotundo, 'no' cuando un taxista, un compañero, o un jefe pregunta si les importa que fume. Quiero decir, 'Sí, me importa. De hecho, no sólo me importa, me molesta. No puedo pensar si te tengo fumando delante, no puedo respirar. Tengo que alejarme 5 pasos de tí, y después no te puedo escuchar. Por favor, no fumes en mi presencia, por una cuestión de respeto'. Cuando voy a un restaurante con un grupo de amigos, y el anfitrión afirma que somos no fumadores, y a continuación una fumadora diga, '¡ay! ¡qué fastidio! ¡Pobre de mí! Pero si soy fumador', que se le responda que se busque la vida, que la mayoría no fumamos y que tendrá que esperar. ¿Y qué tiene de pobre? Si ha sido ella la que ha elegido ser fumadora. Sabía lo malo de ser fumadora, pero lo eligió. Ahora que aprenda a respetar a los que hemos elegido otro camino y no queramos volver a casa apestando a humo de tabaco.
Pero cuando salgo soy minoría. Los no fumadores poco a poco nos estamos rindiendo, nos bajamos los pantalones y nos meten el pitillo por el arco del triunfo. Cada vez más nos abstenemos de salir, de ir a bares alternativos, divertidos, de jazz, de música brasileña, de todo tipo. Ya no salimos sólo para descansar en un bar o para leer un libro. Porque no se puede. Todo apesta a eso, humo. Somos la mayoría ignorada del principio del siglo XXI, en España. Ha llegado la dictadura de la minoría, de los fumadores, de los más débiles, los que no tenían suficiente carácter como para no adoptar un hábito que sabían que tarde o temprano les iba a matar. Importaba más 'quedar bien', que actuar en beneficio de la propia salud, debido solamente a su propia inseguridad como personas. Y ahora nos tienen rehén a los que dijimos, 'no, no quiero fumar. Me asquea el humo. Y tampoco quiero oler el tuyo.'
Somos mayoría. La mayoría es fuerte. Tuvimos el valor de no empezar a fumar. Tengamos ahora el valor de reivindicar nuestros derechos, de hacer que los demás dejen de fumar en nuestra presencia. Y de poder vivir bien.
¿Dónde estamos los no fumadores? Dicen que somos el 70% de la población, pero nos hemos escondido. Somos tan paletos que no exigimos nuestros derechos. Sólo hay que ver los comentarios de los lectores sobre un artículo poco informado de El País para darse cuenta de que los no fumadores somos una masa crítica de la población, y estamos enfadados. Vamos a otros países, Italia, Inglaterra, Irlanda, Escocia, Argentina, y no se puede fumar en espacios cerrados. La gente acata la ley porque es una cuestión de respeto hacia los que no fuman y que quieren tener vida social sin perjuicio para su salud. En Italia, ni siquiera se permite fumar en la playa. Menos mal, porque las playas del norte de España están llenas de pitillos.
Somos muchos pero no somos. No se nos ve. Nos quedamos en casa. Los no fumadores en mi trabajo, en unos cuantos casos, se abstienen dentro de lo posible de ir a los saraos porque no quieren inhalar humo de tabaco. Bueno, no sé si será verdad, pero tengo esa teoría porque cuando salgo, parezco ser el único que no fuma. Manda la ley de la minoría, como en tiempos de Franco. Sólo que aquí la dictadura es del tabaco, de las tabacaleras, de los políticos pasotas, de los no fumadores pasivos que responden con un rotundo, 'no' cuando un taxista, un compañero, o un jefe pregunta si les importa que fume. Quiero decir, 'Sí, me importa. De hecho, no sólo me importa, me molesta. No puedo pensar si te tengo fumando delante, no puedo respirar. Tengo que alejarme 5 pasos de tí, y después no te puedo escuchar. Por favor, no fumes en mi presencia, por una cuestión de respeto'. Cuando voy a un restaurante con un grupo de amigos, y el anfitrión afirma que somos no fumadores, y a continuación una fumadora diga, '¡ay! ¡qué fastidio! ¡Pobre de mí! Pero si soy fumador', que se le responda que se busque la vida, que la mayoría no fumamos y que tendrá que esperar. ¿Y qué tiene de pobre? Si ha sido ella la que ha elegido ser fumadora. Sabía lo malo de ser fumadora, pero lo eligió. Ahora que aprenda a respetar a los que hemos elegido otro camino y no queramos volver a casa apestando a humo de tabaco.
Pero cuando salgo soy minoría. Los no fumadores poco a poco nos estamos rindiendo, nos bajamos los pantalones y nos meten el pitillo por el arco del triunfo. Cada vez más nos abstenemos de salir, de ir a bares alternativos, divertidos, de jazz, de música brasileña, de todo tipo. Ya no salimos sólo para descansar en un bar o para leer un libro. Porque no se puede. Todo apesta a eso, humo. Somos la mayoría ignorada del principio del siglo XXI, en España. Ha llegado la dictadura de la minoría, de los fumadores, de los más débiles, los que no tenían suficiente carácter como para no adoptar un hábito que sabían que tarde o temprano les iba a matar. Importaba más 'quedar bien', que actuar en beneficio de la propia salud, debido solamente a su propia inseguridad como personas. Y ahora nos tienen rehén a los que dijimos, 'no, no quiero fumar. Me asquea el humo. Y tampoco quiero oler el tuyo.'
Somos mayoría. La mayoría es fuerte. Tuvimos el valor de no empezar a fumar. Tengamos ahora el valor de reivindicar nuestros derechos, de hacer que los demás dejen de fumar en nuestra presencia. Y de poder vivir bien.