Crónica de una muerte en Facebook
Estaba anunciada. Ya se sabía que la candidez con la que la gente se expresa en las redes sociales como Facebook, tarde o temprano iba a terminar en una tragedia. Bueno, quizás no imaginara un hecho tan grave como el que he descubierto hoy. Pensaba más en la posibilidad de ex parejas colgando imágenes comprometidas en momentos de alta tensión, o de pequeñas peleas entre adolescentes.
Pero no, lo que ha salido hoy en The Guardian es mucho más grave. Según el rotativo, el británico, Wayne Forrester, ha sido condenado a cadena perpetua por asesinar a su mujer con un cuchillo. El motivo del crimen: Se había percatado de que ésta había cambiado su estado en Facebook a "soltera".
La pareja acababa de separarse, y apenas unos días antes la mujer se había ido a vivir a otra casa. Pero el asunto genera otras preguntas. ¿Se puede fiar realmente de la información en esas redes tan al pie de la letra como para que conduzca a semejantes barbariedades? Si apenas hace unas semanas, leí en mi feed de Facebook que dos de mis amigos se acababan de separar. En realidad lo único que había pasado era que uno de los dos había decidido eliminar ese dato de su perfil, de manera que el sistema intuyó que acababan de romper el matrimonio. La verdad era bien distinta.
El cotilleo siempre es peligroso, y aún más cuando se transmite a través de una herramienta de tan rápida difusión como una red social, y cuando un ordenador intenta interpretar los diferentes hitos de nuestras vidas en base a unos sencillos algoritmos. Para saber la verdad, no hay nada mejor que el contacto y la comunicación real. ¿Cuántos psicópatas andan por el ciberuniverso? Más vidas corren peligro.
Pero no, lo que ha salido hoy en The Guardian es mucho más grave. Según el rotativo, el británico, Wayne Forrester, ha sido condenado a cadena perpetua por asesinar a su mujer con un cuchillo. El motivo del crimen: Se había percatado de que ésta había cambiado su estado en Facebook a "soltera".
La pareja acababa de separarse, y apenas unos días antes la mujer se había ido a vivir a otra casa. Pero el asunto genera otras preguntas. ¿Se puede fiar realmente de la información en esas redes tan al pie de la letra como para que conduzca a semejantes barbariedades? Si apenas hace unas semanas, leí en mi feed de Facebook que dos de mis amigos se acababan de separar. En realidad lo único que había pasado era que uno de los dos había decidido eliminar ese dato de su perfil, de manera que el sistema intuyó que acababan de romper el matrimonio. La verdad era bien distinta.
El cotilleo siempre es peligroso, y aún más cuando se transmite a través de una herramienta de tan rápida difusión como una red social, y cuando un ordenador intenta interpretar los diferentes hitos de nuestras vidas en base a unos sencillos algoritmos. Para saber la verdad, no hay nada mejor que el contacto y la comunicación real. ¿Cuántos psicópatas andan por el ciberuniverso? Más vidas corren peligro.