Redes reales, redes virtuales



En las últimas semanas, ha brotado un nuevo fenómeno en Facebook: Los grupos abiertos. Por fin, es posible segmentar los 'amigos' según si son compañeros personales, profesionales o de otra índole.

Sigo experimentando con esta nueva funcionalidad pero, en un principio, me resulta muy práctico y útil. Si hasta ahora, todo lo que se publicaba se dirigía a un grupo muy diverso de personas con diferentes intereses, valores e ideas, ahora podemos comunicarnos de manera más directa con gente que, a lo mejor, realmente quiere leer lo que nos apetece escribir, o disfrutar de los contenidos que decidimos compartir.

Por el mismo motivo, al dirigir los mensajes a grupos bien definidos, hay un acercamiento real entre los usuarios y es posible tener un diálogo auténtico entre personas reales, más parecido a lo que ocurre en el mundo físico, en vez de compartir una serie de monólogos superficiales que tienden a alejar a la gente en la vida real. Si antes, cuando un 'amigo' anunciaba su boda a través de Facebook, le ahorraba la necesidad de comunicártelo personalmente, ahora, comunicado a través del grupo, el mensaje cobra otra dimensión más profunda y el esfuerzo comunicativo tiene mayor sentido.

Poco a poco, las redes sociales se vuelven tan complejas como las redes que se forman en la vida real. Podemos elegir qué grado de intimidad queremos tener con cada persona o grupo de personas, y no simplemente lanzar mensajes como globos al aire a la espera de que alguien, de entre el 'mogollón', se convierta en receptor. Me parece un desarrollo sumamente positivo que hay que aplaudir.

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