Con Internet y las redes sociales no hay espacio para medios obsecuentes
Parece
que en el PP no están contentos con la cobertura que les da Televisión España.
Desde luego, algo habrá hecho bien el anterior Gobierno si después de tres
meses en el cargo Mariano Rajoy no ha conseguido transformar al canal estatal
en un órgano de propaganda oficial. Algo de objetividad estará demostrando el
equipo de informativos si hasta el partido del Gobierno lo critica. Por lo que
todos podemos ir a dormir con tranquilidad.
Y
es que en los tiempos que corren, no debe haber ni un solo medio que se niegue
a criticar la labor del Gobierno. Sería incumplir con su obligación como
informadores. El Partido Popular controla la inmensa mayoría de las
administraciones públicas a nivel nacional, regional y autonómica. Es la
primera vez en la historia democrática que un solo partido concentra tanto
poder. Apenas cuenta con oposición en el Congreso porque con su mayoría absoluta
puede hacer lo que le da gana, tal y como ya está haciendo con la reforma
laboral.
El
Ejecutivo y la Legislatura los controla el PP, y también, de forma indirecta
controlan la Judicatura, después de que el Tribunal Supremo haya amordazado al
único juez independiente. Y en cuanto a los medios de comunicación privados,
tras el cierre del único diario nacional crítico, el PP cuenta con la hegemonía
absoluta, con excepción del canal estatal que, por sus estatutos, tiene la
obligación de ser objetivo. Es decir, tampoco es un medio hostil, pero por lo
menos intenta cumplir con su deber de ser imparcial.
Nada
de esto tiene sentido hoy en día. La revolución de Internet y de las redes
sociales proporciona a todos los partidos los medios necesarios para transmitir
sus mensajes oficiales a sus audiencias, quienes si así lo desean pueden
acceder a la información sin que ésta haya pasado primero por el filtro de los
periodistas. En este contexto, no hay necesidad alguna de unos medios de
comunicación que se hagan eco de la propaganda oficial, sin analizarla
previamente con un ojo crítico. Para eso no les tenemos que pagar. Vamos
directos a la web del PP.
Uno
de los mayores problemas de las redes sociales es que la información se
transmite de boca en boca sin que se aplique el sentido crítico, generando una
opinión pública que muchas veces carece de fundamento en la razón o el sentido
común. Más que nunca, los ciudadanos necesitan que haya medios de comunicación capaces
de analizar de forma inteligente la información que se difunde y de ofrecer una
valoración de cara a sus audiencias, una valoración que siempre tiene que ser
crítica porque cualquier propuesta de cualquier gobierno va a ser criticable.
Por esta razón existe el Parlamento que tiene la obligación de controlar el
Gobierno y mejorar las leyes. Pues, los medios de comunicación también tienen
que ayudar al Gobierno en esta tarea. Son, a día de hoy, la única oposición
real que tiene el Gobierno, y si no ayudan a los legisladores a darse cuenta de
sus errores antes de que sea demasiado tarde flaco favor les estarán haciendo.
Por
tanto, celebro que en el Gobierno estén descontentos con la labor de TVE,
aunque lo ideal sería que lo celebrasen también, porque demostraría un talante
democrático tristemente ausente. Quiere decir que los periodistas están
haciendo el trabajo para el que fueron formados, y no el trabajo que quería que
hicieran el que mandó construir las facultades de Ciencias de la Información en
la que muchos de ellos estudiaron. La sociedad se ha modernizado desde aquellos
tiempos y los medios de comunicación públicos son libres. Tienen la obligación
de controlar a la Administración. Una obligación que comparten con Antena 3,
Telecinco, Telemadrid, Intereconomía (Sí, Intereconomía, también), etc. En
nuestra época en la que la gente sale a la calle todos los días a protestar, lo
que menos necesitamos en los medios de comunicación es la adulación de los
obsecuentes. Sólo servirá para que los espectadores y oyentes vayan a buscar la
información en otro sitio, y si hace falta fuera del país, tal y como se hacían
en un pasado que muchos querían olvidar.
Todos
debemos desear que gobierne quien gobierne, todos los medios sean críticos con
su actuación. Y si algún día un Gobierno de cualquier signo se muestra
satisfecho con lo que lee en un periódico o ve en la televisión, debe ser causa
de máxima preocupación. Deberíamos sospechar que nos estamos acercando cada vez
más al modelo norteamericano con el que los medios no cuestionan sino alimentan
los prejuicios de sus lectores e imposibilitan el debate sosegado sobre las
cuestiones que más nos afectan como ciudadanos. Un camino que sólo conduce a la
división de la sociedad en dos mitades irreconciliables, con unas ideas que
nadie sabe de dónde provienen.