Relaciones con Bloggers
En las agencias de comunicación españolas crece el interés por el fenómeno Web 2.0, en tanto en cuanto que se trata de un proceso que transforma la manera con la que el público se informa acerca de las empresas y productos de los que son clientes reales o potenciales.
Para llegar a este público, ya no es suficiente tener una buena relación con un reducido número de editores y periodistas y asegurarse de que les llegue la información en tiempo y forma. Con cada vez mayor frecuencia, los consumidores recurren a los blogs para buscar información sobre un producto, y al tratarse de un medio que se encaja en el concepto de 'medios sociales', los visitantes a los blogs suelen tomar más en serio lo que leen allí, que lo que leen en los supuestos 'periódicos serios'. Los bloggers son 'prescriptores' o 'advocates' e influyen como nadie sobre los hábitos de compra de los consumidores. Por lo tanto, según va la teoría, tienen que ser tenidos en cuenta por las agencias de PR dentro de sus estrategias de PR, y por consiguiente los clientes exigen a las agencias que incorporen tácticas Web 2.0 dentro de sus propuestas globales.
Hasta aquí la argumentación parece bastante lógica. Pero de momento, por lo menos en España, hemos quedado aquí en este punto. Sabemos que es un problema que hay que abordar. ¿Pero cómo lo hacemos? Miramos fuera para ver qué se hace en otros países y tampoco nos da muchas pistas que podamos aplicar a nuestra situación local. También andan un poco perdidos.
Sobran las críticas. ¿Cómo podemos fiarnos de un blogger, o de los comentarios que se intercambian en un blog? ¿Realmente es positivo que cualquier persona sea capaz de convertirse en periodista e informador? La semana pasada en una conferencia en París sobre 'Le Web 3', Andrew Keen, autor de "la Cultura del Aficionado" afirmó que dar el papel de creador de la información a cualquier persona que tenga un ordenador delante es dañino para la cultura, para su propia sociedad y que la mayoría de la información que se ofrece en sitios como Wikipedia es una "porquería".
Siempre he defendido que Internet es como la vida misma. No podemos fiarnos de una información sólo si nos ha aparecido en un buscador, de la misma forma que no podemos conocer la credibilidad de un libro sólo porque lo hemos visto en la estantería de una biblioteca. Basamos nuestras decisiones en la confianza, en las recomendaciones, en las redes académicas, sociales y profesionales que construimos, y ese fenómeno se traslada de forma muy dinámica a Internet. A través de Del.ici.ous puedo enterarme de las cosas que leen las personas que conozco, puedo visitar blogs a los que se enlazan comentarios en otros blogs de confianza. Si un blog tiene varios centenares de comentaristas, es más que probable que si el autor escribe un disparate, otro lo refutará mucho más rápidamente que cuando un periódico escribe una información falsa. Y la cantidad de datos erróneos que se publican hoy día en medios supuestamente 'de prestigio' es bastante alucinante. Facebook es un fenómeno pero sólo ha empezado. En breve veremos como se proliferan redes cada vez más sofisticadas, y más exclusivas, en las que no sólo se hablen de banalidades, sino en las que usuarios con un conocimiento determinado intercambien ideas serias sobre las cosas que les afectan.
Sólo es la primera fase de un fenómeno imparable y cuya importancia a menudo se niega precisamente porque muchas personas que llevan años en el sector, trabajando con una metodología aprendida, y que les ha aportado buenos resultados, temen este cambio, y prefieren intentar pararlo en vez de coger el toro por los cuernos y adaptarse a la nueva situación.
Lo más importante para las empresas es saber dónde se informan sus usuarios o cliente y para esto existen multitud de herramientas cada vez más sofisticadas. Y a continuación, tienen que participar para que formen parte de la conversación global. El ex primer ministro británico, Tony Blair, entendía perfectamente que en este nuevo siglo la política se presentaría no como un monólogo, sino como una conversación entre personas sentadas en el sofá. Dicho sofá es ahora más virtual que nunca, y los que trabajamos en la comunicación tendremos que acostumbrarnos a plantar nuestro culo en este asiento metafórico porque si no estamos, nadie nos hará caso.
Tener blog propio no va a convencer a nadie para que compren nuestros productos, pero se trata de la puerta de entrada para descubrir nuestro nuevo entorno de trabajo. Para citar mal a Lynden Johnson, "es mejor estar dentro meando hacia fuera, que estar fuera meando hacia dentro." Tal vez encima descubramos algo sobre cómo navegar en esta cabina llamada Internet. Los políticos de medio mundo se han dado cuenta de que tienen que estar allí donde están sus votantes, muchos de los cuales ya están en Facebook. Las empresas tienen que tener la misma visión, pero en un sector que avanza tan rápidamente como Internet, sin estar dentro de la cabina llamada Internet, nunca aprenderemos a navegar en ella y nos quedará luchar contra una realidad cada vez más patente con la misma lógica del rey Canuto cuando se plantó en una playa inglesa para ordenar que la marea se detuviese.
Para llegar a este público, ya no es suficiente tener una buena relación con un reducido número de editores y periodistas y asegurarse de que les llegue la información en tiempo y forma. Con cada vez mayor frecuencia, los consumidores recurren a los blogs para buscar información sobre un producto, y al tratarse de un medio que se encaja en el concepto de 'medios sociales', los visitantes a los blogs suelen tomar más en serio lo que leen allí, que lo que leen en los supuestos 'periódicos serios'. Los bloggers son 'prescriptores' o 'advocates' e influyen como nadie sobre los hábitos de compra de los consumidores. Por lo tanto, según va la teoría, tienen que ser tenidos en cuenta por las agencias de PR dentro de sus estrategias de PR, y por consiguiente los clientes exigen a las agencias que incorporen tácticas Web 2.0 dentro de sus propuestas globales.
Hasta aquí la argumentación parece bastante lógica. Pero de momento, por lo menos en España, hemos quedado aquí en este punto. Sabemos que es un problema que hay que abordar. ¿Pero cómo lo hacemos? Miramos fuera para ver qué se hace en otros países y tampoco nos da muchas pistas que podamos aplicar a nuestra situación local. También andan un poco perdidos.
Sobran las críticas. ¿Cómo podemos fiarnos de un blogger, o de los comentarios que se intercambian en un blog? ¿Realmente es positivo que cualquier persona sea capaz de convertirse en periodista e informador? La semana pasada en una conferencia en París sobre 'Le Web 3', Andrew Keen, autor de "la Cultura del Aficionado" afirmó que dar el papel de creador de la información a cualquier persona que tenga un ordenador delante es dañino para la cultura, para su propia sociedad y que la mayoría de la información que se ofrece en sitios como Wikipedia es una "porquería".
Siempre he defendido que Internet es como la vida misma. No podemos fiarnos de una información sólo si nos ha aparecido en un buscador, de la misma forma que no podemos conocer la credibilidad de un libro sólo porque lo hemos visto en la estantería de una biblioteca. Basamos nuestras decisiones en la confianza, en las recomendaciones, en las redes académicas, sociales y profesionales que construimos, y ese fenómeno se traslada de forma muy dinámica a Internet. A través de Del.ici.ous puedo enterarme de las cosas que leen las personas que conozco, puedo visitar blogs a los que se enlazan comentarios en otros blogs de confianza. Si un blog tiene varios centenares de comentaristas, es más que probable que si el autor escribe un disparate, otro lo refutará mucho más rápidamente que cuando un periódico escribe una información falsa. Y la cantidad de datos erróneos que se publican hoy día en medios supuestamente 'de prestigio' es bastante alucinante. Facebook es un fenómeno pero sólo ha empezado. En breve veremos como se proliferan redes cada vez más sofisticadas, y más exclusivas, en las que no sólo se hablen de banalidades, sino en las que usuarios con un conocimiento determinado intercambien ideas serias sobre las cosas que les afectan.
Sólo es la primera fase de un fenómeno imparable y cuya importancia a menudo se niega precisamente porque muchas personas que llevan años en el sector, trabajando con una metodología aprendida, y que les ha aportado buenos resultados, temen este cambio, y prefieren intentar pararlo en vez de coger el toro por los cuernos y adaptarse a la nueva situación.
Lo más importante para las empresas es saber dónde se informan sus usuarios o cliente y para esto existen multitud de herramientas cada vez más sofisticadas. Y a continuación, tienen que participar para que formen parte de la conversación global. El ex primer ministro británico, Tony Blair, entendía perfectamente que en este nuevo siglo la política se presentaría no como un monólogo, sino como una conversación entre personas sentadas en el sofá. Dicho sofá es ahora más virtual que nunca, y los que trabajamos en la comunicación tendremos que acostumbrarnos a plantar nuestro culo en este asiento metafórico porque si no estamos, nadie nos hará caso.
Tener blog propio no va a convencer a nadie para que compren nuestros productos, pero se trata de la puerta de entrada para descubrir nuestro nuevo entorno de trabajo. Para citar mal a Lynden Johnson, "es mejor estar dentro meando hacia fuera, que estar fuera meando hacia dentro." Tal vez encima descubramos algo sobre cómo navegar en esta cabina llamada Internet. Los políticos de medio mundo se han dado cuenta de que tienen que estar allí donde están sus votantes, muchos de los cuales ya están en Facebook. Las empresas tienen que tener la misma visión, pero en un sector que avanza tan rápidamente como Internet, sin estar dentro de la cabina llamada Internet, nunca aprenderemos a navegar en ella y nos quedará luchar contra una realidad cada vez más patente con la misma lógica del rey Canuto cuando se plantó en una playa inglesa para ordenar que la marea se detuviese.