¿Crisis local o planetaria?
El
divulgador científico, Eduard
Punset, ha publicado estos días una entrada en su blog
en la que defiende que la actual crisis que estamos viviendo no es planetaria
sino se limita a determinados países, de los que cita en particular a España,
Portugal, e Irlanda, que han vivido encima de sus posibilidades y que, por
consiguiente, tienen problemas para seguir financiándose. Por otro lado, Punset menciona
a otras regiones, tales como China, Latinoamérica o la India, que según él no
están en crisis sino están experimentando un gran crecimiento que no hace
más que generar unos excedentes que son por definición idénticos a los déficits de
otros.
Aunque
las palabras de Punset esconden una gran certeza, que es precisamente que para
cada deudor hay un acreedor y que, por tanto, es imposible hablar de una crisis
financiera global sino de unos países que han gastado demasiado y que ahora tienen
que amortizar sus deudas; Punset obvia la realidad de que sí existen muchos
problemas graves, que sí son planetarios y que si no se corrigen a tiempo,
conducirán a una crisis mucho más grave de cuya solución dependerá el futuro de
la humanidad.
El
crecimiento de los países emergentes, aunque tan justo como deseable, no hace
más que agravar la situación del consumo excesivo de los recursos del planeta.
La industrialización de países como China o la India lleva implícita una mayor
concentración de la población en las ciudades y unos cambios en el estilo de
vida, por ejemplo, el mayor consumo de energía o de carne, que necesariamente nos
acerca a una crisis energética y alimentaria que si no se resuelve pronto,
probablemente no tenga solución más allá de dejar que se hagan realidad las
previsiones de Malthus.
Ahora los norteamericanos y los europeos se ven obligados a reducir el consumo,
sin embargo, si los chinos y los indios no hacen más que aumentar el suyo,
inevitablemente les llevará dentro de unos años a padecer otras crisis incluso
más gordas que la que estamos viviendo ahora los europeos, y así sucesivamente.
Y
es que son precisamente los enormes desequilibrios en el sistema económico a
escala planetaria que hacen que el péndulo que alterna entre crecimiento y
recesión se mueve a un ritmo cada vez más rápido, aumentando de manera
progresiva la brecha entre los dos extremos, de bonanza y de ajuste, y condenando
a un cada vez mayor número de personas a la exclusión, ya no sólo en algunas
regiones o países sino en todo el mundo.
Hablar
de crisis sólo desde el punto de vista financiero, efectivamente, nos permite
afirmar que las crisis de unos son oportunidades para otros, sin embargo, se
trata esta de una visión miope para los que buscamos crear un mundo más justo
en el que la riqueza se comparta de manera equitativa y en el que el consumo se
sustente en la necesidad y no en el derroche. En este sentido, cuanto antes
aceptemos que más allá de la crisis financiera hay otra crisis planetaria mucho
más grave, mejor será para todos.