No reces al sol, Sr. Rajoy
“Creo que ya ha pasado
lo peor. Ahora que el Gobierno ha tomado medidas de verdad, seguramente
empezará a reactivarse la economía”. Se
trata de un comentario que escuché ayer, mientras conversaba con un vecino con
el que me encontré en el Metro camino a casa.
Me
alegro sinceramente de que después de que durante tantos años la derecha
criticara lo que denominaban el ‘optimismo antropológico’ del Presidente Zapatero,
por fin se ha vuelto a permitir que la gente tenga esperanzas de que la crisis
vaya a ser más corta de lo que se viene previendo, y aún a pesar de las medidas
de austeridad que parece que están conduciendo el país hacia una segunda
recesión. Es lo que tiene contar con el apoyo ciego del 90% de los medios de comunicación del país. Vamos, es verdad que no se han cumplido las previsiones del PP que
prometió en campaña que nada más tomar las riendas, la gente iba a empezar a
atar los perros con longanizas.
Sin embargo, es natural que después de la dureza de los últimos años, empecemos
a buscar la luz al final del túnel, y que aunque no esté allí, por lo menos lo
intentemos imaginar.
Una
entrada interesante publicada hoy en el blog
de Cotizalia parece contradecir los argumentos de los que creen que el ajuste
por si solo vaya a servir para reactivar la economía, y después de echar la
culpa al anterior Gobierno por no cumplir sus objetivos del déficit, ahora
nuestro adivino de huelgas
generales se ha dado cuenta de que tampoco va a alcanzar su propia meta y está
pidiendo a la Unión Europea que le permita flexibilizarla. No sería mal idea.
La economía también requiere estímulos, y tal y como señala el blog de
Cotizalia, tener un 3% de déficit ‘no va
a garantizar el crecimiento, empleo, ni mejores condiciones… y la propia
Comisión decía que era una regla estúpida’.
Se
dice por allí que para reducir el paro en España al 8,5%, una cifra que en
cualquier país se consideraría muy grave y que en España ni se alcanzó en plena
burbuja inmobiliaria, requiere un crecimiento de un 3,5% durante 11 años. Sólo
un milagro económico nos permitiría ir más rápido, y no parece que los actores
económicos tradicionales estén en condiciones de conseguirlo. Alcanzar ese
milagro –y creo que sí debemos ser optimistas e intentarlo– requiere estímulos,
pero no cualquiera. Sobre todo hace falta facilitar la vida a los
emprendedores para que tengan menos miedo al riesgo y empiecen a desarrollar
proyectos innovadores. Sin embargo, en un país en el que se tarda un mes para
crear una empresa y ser autónomo tiene unos costes de seguridad social tan
altos que conducen a gran parte de los que empiezan a trabajar por cuenta
propia a realizar sus actividades en negro, muchas veces cobrando a la vez el
paro, no parece que vaya a ser tarea fácil.
Recuerdo como hace unos tres años un empresario israelí me explicó como sólo había alcanzado el
éxito luchando y que en absoluto creía en la buena suerte. Esa es la actitud
que necesitamos en España y en Europa. Realizar un ajuste que todo el mundo
dice que va a empeorar las cosas y rezar para que salga bien quizás no sea en
estos momentos la mejor solución.