Un mundo aparte
Hoy,
según leo en The Guardian, el ex
dictador guatemalteco, Efraín
Ríos Montt, tenía previsto comparecer ante el tribunal para responder a
cargos de genocidio durante su régimen sangriento de principios de los años ’80.
Se
trata de sólo uno de diversos juicios en países latinoamericanos a algunos de
los líderes más crueles de su historia. El lunes, el Presidente de El Salvador,
Mauricio Funes, pidió
perdón por una masacre de 1.000 hombres, mujeres y niños en 1981. Juan
Manuel Santos de Colombia, por su parte, ha
pedido perdón en nombre del Estado por otra masacre hace 13 años de unas 50
personas en El Tigre durante una ofensiva contra la guerrilla. Mientras tanto, Argentina
ha
imputado por primera vez a un empresario por colaborar en los abusos
durante la dictadura militar del país austral.
Mientras
América Latina avanza, reconoce y juzga los abusos de su pasado, en España es
llamado a declarar un
juez de gran reconocimiento internacional por nada más que intentar
investigar los crímenes de otra dictadura mucho más larga y mucho más
sangrienta. El mismo que hace 13 años revolucionó el derecho internacional al
solicitar la extradición del Reino Unido de Augusto Pinochet. Y se sigue defendiendo
una amnistía que contraviene el derecho internacional, así como la amnesia
colectiva como alternativa a la catarsis.
Como
si de dos mundos se tratara. Un continente progresa en lo económico y lo
social, mientras otro, Europa, retrocede en todos los ámbitos.