La miopía liberal–conservadora hunde al Reino Unido
La tónica siempre es la misma.
Cuando Europa avanza, el Reino Unido se aísla. Pero esta vez es más dramática.
¡Y qué cambio ha pegado el Reino Unido en este año y medio de gobierno de
coalición entre un partido conservador que se escindió del Partido Popular
Europeo (PPE) para aliarse con partidos extremistas del este de Europa y un
partido liberal que ha sacrificado todos sus principios con tal de participar
en el Gabinete, pero sin ejercer ningún poder real! Qué difícil es
recordar que hace tan poco tiempo teníamos en Gordon Brown un primer ministro
que, a pesar de su oposición a la entrada en el euro, viajaba por Europa y el
mundo sin descanso para defender los intereses de su país y para apagar los
fuegos de la peor crisis financiera desde los años ’30. Pero es justo ahora
cuando más necesitamos un líder.
Por lo menos los liberales, al
principio, daban un poquito de pena. El país claramente deseaba un cambio de gobierno
y para conseguirlo, al partido de Nick Clegg no le quedó otro remedio que aliarse
con un partido conservador que se situaba a años luz de él ideológicamente.
Pero ahora incluso esa simpatía se esfuma cuando, mientras se hunde el Titanic,
la orquesta liberal demócrata sigue tocando. Y es que da igual cómo se mira. No
importa si estás a favor o en contra del nuevo acuerdo al que han llegado los
otros 26 estados miembros de la Unión Europa. La negociación por parte del
Primer Ministro, David Cameron, ha sido, desde todos los ángulos, nefasta. Si
ni siquiera le han apoyado sus amigos los húngaros.
En los ‘90 teníamos a John Major,
el hijo humilde de un director de circo, que luchaba para mantener unido a un
partido profundamente dividido entre europeístas y anti-europeístas. Ahora tenemos
a Cameron, un hombre de sangre azul, transformado en director de circo, que
antaño trabajaba de Director de Comunicación enchufado en una productora de televisión mediocre
que había llegado a tener relevancia en la sociedad británica sólo gracias a
otro enchufe; el de la anterior premier, Margaret
Thatcher. Parece que su estrategia de negociación la aprendió viendo la
película, ‘12 Hombres
sin Piedad’, pero no se dio cuenta de que en la Cumbre Europea no son 12
sino 27, que se enfrentan a la crisis más grave que ha conocido la Unión
Europea y la moneda única, y quieren salir de ella aún si eso implica mostrar
un poquito de piedad, o por lo menos pragmatismo. Sería de chiste si no fuera
que ayer a últimas horas de la noche este moderno y eurofóbico David contra
Goliat seguía negociando con España para que le apoyara en su conspiración
contra el pacto para salvar el euro. Pero, ¿no sabía que en ese mismo momento Mariano
Rajoy estaba negociando con Alemania y con Francia para que éstos le admitieran
en el núcleo duro de cuatro países de la zona euro con opción de veto sobre los
planes de rescate del Banco Central Europeo?¿Quién asesora a este hombre? ¿Se
limita a leer el Daily Telegraph?
Sólo se me ocurren dos posibles
respuestas. Tal vez, de pronto haya decidido quitarse la máscara de moderado
que todo el mundo sospechaba que era falsa desde que, como colaborador de
Michael Howard, Ministro de Interior en el Gobierno de John Major, escribía
panfletos en contra de la continuidad del Reino Unido en la UE. El desenlace
natural de esta pataleta sería la salida definitiva de Gran Bretaña de la UE.
¿Será lo que de verdad quiere, aunque no se atreve a admitirlo en público? ¿O
simplemente se encuentra arrinconado por los eurofóbicos provincianos de su
partido – los que prefieren pensar que el que está aislado no es el Reino Unido
sino el resto de Europa – y le falta la grandeza para poner el interés común
por encima de su interés particular?
Lo que está claro es que pase lo
que pase con el interés particular de Cameron, su país va a estar peor y ses amis européens difícilmente se lo
van a perdonar. Dirá que su único
interés era defender el poder financiero de la City de Londres contra las
regulaciones de Bruselas y Frankfurt pero, ¿qué le iba a servir tener una City
fuerte si Europa se hundiera debido a la falta de decisión de sus políticos? ¿Y
cómo va a mantener el poder y la influencia que, supuestamente, tiene ahora el
Reino Unido en el mundo si Gran Bretaña se aleja cada vez más del núcleo duro
de la Unión Europea?
Cameron tenía un objetivo. Tenía
que defender el interés de su país. Un país que en los últimos años ha visto
desaparecer su tejido industrial y que depende cada vez más de unos servicios
financieros que crean riqueza para unos pocos mientras en el resto del país se
malvive con el alcohol, la violencia y el salario mínimo. Pero lo único que se
le ha ocurrido es mostrar la habitual intransigencia de los falsos patriotas que
dicen que añoran los tiempos cuando su país ejercía el poder de verdad, y que
con su testarudez lo único que consiguen es asignarnos a los anales de la
historia.
Desde que gobierna David Cameron,
ha aumentado el paro, el crecimiento se ha detenido y el Reino Unido está cada
vez más aislado internacionalmente. Vamos, lo mismo que advirtió su antecesor
en los debates electorales de 2010. Por lo menos alguien acertó en sus
previsiones. Y lo más triste es que el liberal, Nick Clegg, a sabiendas de que
si hubiera elecciones mañana su partido se enfrentaría a la mayor derrota de su
historia, no se atreve a cuestionar la política suicida de su amigo y mentor.